So pretexto de buscar la filmografía de Laura Trotter en lo poco que logró hacer, el destino me pone, nuevamente, con una película de Edwige Fenech frente a la pantalla del computador. Y es que, fácilmente, la mitad del cine pícaro italiano debe haber sido protagonizado por esta mujer (al menos de todas las que me he visto) que se cansó del giallo para meterse de lleno en la comedia. Al fin y al cabo, aquí también se desnuda pero con más humor y menos gritos de por medio.
En cuanto a la cinta, es una de esas colaboraciones que hizo bajo la producción y/o dirección del que, creo, era su marido por ese entonces. Hablo de Luciano Martino. Así que en el rodaje, la dirección debió ser menos incomoda de alguna forma ya que no creo haya problema a la hora de estar desnuda frente a tu marido por más director que sea.
Al igual que la mayoría de comedias en donde el crédito principal es la Fenech, el guion sede por inercia a cada destape en pantalla ya sea de la propia protagonista (quien se introduce en la película desnuda y dejándose masajear las nalgas) o de otra actriz que se preste (aunque es por la Fenech que los italianos pagaron entrada, eso no lo dudo). Sin tapujo alguno vemos algunos sketch cómicos logrados como la simpática forma de reclamarle al marido -típico tonto al uso con mejor suerte con las mujeres que muchos- el engaño descubierto. Todo con los pechos al aire y fingiendo un falso acto amoroso de despecho. Aunque termina siendo comedia de pastelazo en la cara.
Podría ser que el punto débil de esta película sea los personajes masculinos, pero no tiene nada de extraño en comparación a otras películas aquí reseñadas. Los hombres son casi animales, todos se guían por el instinto y si uno resulta idiota, el otro lo es al doble. Al fin y al cabo este tipo de comedias no dejan de ser de situación (con desnudos y escenas de cama incluidas, por supuesto). Así pues tenemos una primera mitad en donde a la pobre Fenech le cuesta darse cuenta que el marido tiene poco de virgen y mucho de toro (con otras mujeres, especialmente las secretarias). Mientras que en la segunda parte, el jugueteo va de pagarle con la misma moneda y hacerlo capricornio, aunque es un tira y afloja repetitivo con los personajes que van apareciendo con un tufillo machista de la época poniéndole precio a la mujer. Todo esto narrado de una particular manera con la voz en off de la protagonista y un irónico saludo repetitivo en italiano entre los esposos que termina siendo la broma interna de la película.
Un plus la participación de Alvaro Vitalli, aunque rezagado a un papel secundario. Y si decimos que los hombres son tontos a la hora del romance o demasiado ansiosos para ponerle las manos a la Fenech, la excepción a la regla la hace Ray Lovelock (con el cual actuó en una situación totalmente distinta en la recomendable At last, at last junto a otro mito de la época, Carrol Baker). Y es que con esa carita que se manejaba en esa época, no hay mujer casada que se le resista. Así la llame el marido en pleno engaño. Maravillosa escena donde sacan lo mejor de la Fenech y por lo cual ya valió la pena la película. Y si bien el final de la cinta tiene su gracia, también peca de esa inocencia de este tipo de películas que, irónicamente, no tienen tapujos a la hora del destape pero eran demasiado planas a la hora de poder salir del molde y recrear un escena más creíble y menos complaciente con los personajes o el propio espectador.
Ah, por cierto, Laura Trotter apareció al final de la película y su participación no pasa de un par de sonrisas.