En la industria del cine existen dos tipos de realizadores, principalmente. 1. los autores; 2. los artesanos. Pero también pueden convivir ambos y deambular según los requerimientos de esa misma industria.
Claro está que la "industria peruana" no es la misma que la de otras latitudes cercanas y mucho menos las mas lejanas (hollywood). Incluso el cine peruano no podría considerarse una industria ni siquiera en estos tiempos pre- pandemia en donde, básicamente, era movida por dos empresas en particular.
A pesar de ello, antes de los fenómenos y el cuestionable "boom del cine peruano", había de todo como en botica.
Una muestra son las variopintas obras de cine que buscaban atrapar al publico con elementos tan propios y en donde se veía un "sello peruano" reflejado.
A la vez, el mejor gancho de publicidad para ver cine peruano siempre ha sido el desnudo de tal o cual actriz. No es extraño que nuestras películas mas taquilleras sean Pantaleon y las visitadoras, y Mañana te cuento. Dos producciones que son unas con las escenas de sexo; y otras, sin ellas. Y ni que decir de la que debe ser la escena mas famosa del cine nacional ocurrida en una azotea y no me refiero a la popular "¿que me mira cadete? (...)"(imagino que ya saben a que peli me refiero y quienes intervienen en ella).
Independientemente, de las intenciones artísticas (si es que las tenían) estos ejemplos contrastan con otro tipo de cine que, mucho mas de autor, también tiene esos elementos de índoles comerciales que, quizás, no vienen directamente al espectador sino obedecen a la propia impronta de su realizador.
Y justo así se debe tomar Imposible amor, como una pieza de autor completa donde el gestor, Armando Robles Godoy, no solo se pone la cámara al hombro, sino que cual Orson Wells, escribe, edita (imagino que se refiere al montaje), y le pone la música a su obra. Lo único que le faltó fue actuar, pero no es difícil suponer que alguno de los personajes proyectan no solo sus intenciones o discursos sino también su propio ego.
Imposible amor parte de una idea sencilla: la unión (imposible) de los personajes. La forma o lo que quiere mostrar la pantalla es el sexo. Mientras que el fondo queda en algo mas ambiguo y surrealista. Típico recurso de cine de autor que puede confundirse con esa etiqueta cliché con la que se refieren a las obras pretenciosas que resultan mediocres, "proyecto universitario".
La película -cuatro historias que no están directamente relacionadas-, trata de suplir las carencias de presupuesto con una cuestionable dirección artística. Al mismo tiempo, disimula la sexualidad de sus imágenes usando contraluces. Y cachetea las vulgaridades de ese cine peruano al cual con un sentido egocentrista y en metaficcion hace referencia en toda una escena, revistiendola de tensión y tabú en dos de las historias en donde el clímax es el sexo; uno ridículo por el sentido (un santo popular que se materializa) y el otro por lo escandaloso (los gemidos orgasmicos de Monica Sanchez son en buenas ganas el motivo del porque traje esta película al blog); y, por ultimo, juega con el espectador y nos pone cabe para darnos con la realidad de que todo lo visto simplemente es un ejercicio de surrealismo.
Pero lo artístico no solo se acompaña con elementos de onirismo o dramatizacion consciente donde las escenas están representadas sobre una tarima y se cortan cuando se cierra el telón sino también por lo que se dice en la película. Tan dispar y barroco pueden ser los textos en la cinta que una pregunta tan directa como "¿se masturba?" se responde con una barrabasada como "me corro la paja".
La religión, la política, los medios de comunicación, la ideología son tocados pero sin un sentido en particular salvo el que el propio autor haya pensado. Lo mas realista puede ser lo visto en un seno familiar donde se muestra las figuras disimiles físicamente del viejo abuelo y el niño nieto que comparten un vinculo que trata de romper la antipatia de la madre y la apatía del padre. Al unisono que esa pequeña idealización por "el lugar" (Chosica) y lo que en el habita como forma de convivencia (el mercado y demás lugares) y transporte (el tren).
Es así como nada en Imposible amor ha ocurrido, salvo la real fijación a modo de homenaje póstumo a un recital en el quemado teatro de Lima. Incluso ahí hay intenciones de autor, ¿que son esos espectadores?